¿Consumo demasiada proteína animal?

En 2003, la Organización Mundial de Salud (OMS) emitió un informe acerca de las recomendaciones de nutrimentos y prevención de enfermedades crónicas, relacionadas con los excesos en los nutrientes; uno de los puntos destacables de este documento es la recomendación diaria de macronutriementos en condiciones de salud favorables -o sin ninguna enfermedad previamente diagnosticada-. Desde este punto, se determinó que una persona deberá reducir su ingesta de grasas del 15 al 30% del total de su dieta y deberá restringir su consumo de grasas saturadas y trans. Un 55 y 75% de hidratos de carbono (frutas, verduras, cereales integrales, leguminosas) y del 10 al 15% de proteínas (de origen animal o vegetal).

Respecto a las proteínas, el porcentaje se determina con base en un gramaje, el cual corresponde a 0.8 a 1g por kilogramo de peso, salvo condiciones de enfermedad específica o requerimientos energéticos personalizados.

En ese sentido, ¿sabes cuánta proteína animal estás consumiendo?

En la actualidad, el ritmo de vida y los hábitos diarios nos reflejan un inadecuado consumo de proteína animal; tan es así que los decesos por enfermedades cardiovasculares o renales van en aumento. Un estudio publicado en la Revista Chilena de Nutrición, a cargo de Pino, Cediel y Hirsch (2009) sobre la comparación entre ingesta de alimentos de origen animal versus de origen vegetal y riesgo cardiovascular, dieron como resultado que la dieta occidental (aquella cargada de alimentos de origen animal) es la que presenta mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 2 e hipertensión arterial, a diferencia de una dieta basada en plantas o mediterránea (grasas buenas, cereales integrales y pescados). Cediel et al. (2009) concluyeron que una de las causas principales de mortandad en las enfermedades cardiovasculares radica en el exacerbado consumo de carnes rojas, especialmente aquellas altamente procesadas, así como también las grasas saturadas y trans.

Es importante comprender que, al hablar de proteínas, no hablamos únicamente de aquellas de origen animal, sino también de origen vegetal; no obstante, la creencia popular está determinada en que una dieta rica en alimentos de origen animal puede satisfacer las necesidades de proteína al día, lo cual es totalmente erróneo y que, además, nos puede llevar a la enfermedad cardiovascular o renal. 

¿Cómo puedo disminuir mi consumo de proteína animal? ¡Es muy fácil! Sustituyendo por alimentos de origen vegetal que también tienen -dentro de su composición nutrimental- proteínas: 

Consume cereales integrales en combinación con leguminosas.

Aumenta tu consumo de verduras, recuerda que traen proteínas en su composición. 

 Consume semillas u oleaginosas de calidad.

Recuerda que para obtener el total de proteína que consumes al día, deberás realizar un cálculo multiplicando tu peso (ideal o adecuado) por 1 g y ese será la cantidad de proteína que tu cuerpo necesita para realizar todas sus funciones adecuadamente. Si tienes necesidades específicas o padeces alguna enfermedad, es necesario acudir con un profesional de salud que te pueda ayudar a determinar la cantidad de proteína que necesitas. 

Referencia:

 Pino, A. Cediel, G. & Hirsch, S. (2009). INGESTA DE ALIMENTOS DE ORIGEN ANIMAL VERSUS ORIGEN VEGETAL Y RIESGO CARDIOVASCULAR. Revista chilena de nutrición, 36(3), 210-216. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-75182009000300003 

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