Cuantos más antiácidos tomes, peor estará tu estómago

Extracto del libro: «La enzima prodigiosa»
Hiromi Shinya

Hay dos lugares en el cuerpo humano, donde un ambiente fuertemente ácido funciona como una medida de protección. Uno es el estómago, y el otro, la vagina.
Estos dos lugares tienen fuertes niveles ácidos de pH entre 1,5 y 3,0 cuya función principal es matar bacterias.

Ya sea que te estés bañando o teniendo sexo, las bacterias entran en la vagina y se producen ácidos muy fuertes por los lactobacilos  vaginales que matan a las bacterias invasoras.

Las bacterias entran en el estómago cuando comes. Se calcula que entran entre 300 y 400 billones de bacterias en cada comida, los fuertes ácidos gástricos matan a la mayoría de esas bacterias.
En otras palabras, dado que las bacterias invaden al estómago como a la vagina, éstos tienen que producir ácidos  fuertes para matarlas. Comúnmente cuando un ácido estomacal, indispensable para proteger el cuerpo, se suprime con medicamentos, las bacterias con fuertes toxinas cruzan el estómago y pasan a los intestinos, donde pueden causar diarrea y otras enfermedades.

Si la secreción de ácidos gástricos suprime, la secreción de pepsina y ácido clorhídrico que activan las enzimas digestivas, también se suprime, dando como resultado la indigestión. Más aún, una cantidad insuficiente de ácidos gástricos hace más difícil absorber el hierro y los minerales como el calcio y el magnesio. Así, las personas que han sido sometidas a gastrectomía por úlceras gástricas son incapaces de absorber el hierro.

Aún más, al suprimir los ácidos gástricos se destruye el equilibrio bacteriano en el intestino, debilitando el sistema inmunológico. Se dice que en el intestino humanos residen unos 100 trillones de bacterias de 300 variedades diferentes. Entre ellas están las llamadas  bacterias buenas, como el Lactobacilos bifidus (bifidobacterias), y las bacterias malas, como la bacteria de Welsh. La mayoría de las bacterias en el intestino, no son buenas ni malas, sino bacterias intermedias. Estas bacterias intermedias tienen propiedades únicas, de forma que si el número de bacterias buenas en el intestino se multiplican, las bacterias intermedias se vuelven buenas; si el número de bacterias malas se multiplica, las intermedias se vuelven malas. Así, las intermedias mueven el equilibrio entre las bacterias buenas y malas y ese equilibrio determina la salud general del ambiente intestinal.

Si la secreción de ácidos gástricos es insuficiente, las enzimas digestivas no se pueden activar dando como resultado que los alimentos sin digerir avancen hacia los intestinos. Los alimentos que debían haber sido inicialmente  digeridos y absorbidos por el intestino permanecen sin alterarse en el colon. La temperatura dentro del colon humano es de 37 ºC, que es como la del calor veraniego. La comida sin digerir se descompone y se produce un fermentación anormal. Como resultado, el número de bacterias malas se multiplica  anormalmente en el colon, debilitando el sistema inmunológico.

De esta manera cuantos más antiácidos tomes, más daño generarán a tu cuerpo. Para evitar ese daño necesitas prevenir la acidez o la sensación de distensión abdominal que te hacen tomar antiácidos. Si entiendes la causa de la acidez o la distensión, puedes evitarlas  con un poco de precaución.
La acidez se da cuando los ácidos gástricos fluyen hacia el esófago, que es susceptible a los ácidos por que tiene un ambiente típicamente alcalino, por lo tanto, cuando los ácidos gástricos suben por el esofago, la gente inconscientemente traga saliva alcalina, y lava así el ácido gástrico que ascendió. Sin embargo, cuando comes de más o estás indigesto, haciendo que el ácido suba  y sea difícil que la saliva lo lave, el resultado son las ulceraciones similares a arañazos llamadas erosiones esofágicas. Ante esa situación los ácidos gástricos fluyen al esofago, es como si tallaramos con alcohol una herida, generando síntomas de dolor o incomodidad comúnmente llamados acidez. Y el alivio que sientes después de tomar antiácidos se debe a que la secreción de ácidos gástricos ha desaparecido.

En otras palabras, para suprimir la acidez todo lo que tienes que hacer es evitar el flujo del contenido del estómago al esófago. Y para lograrlo debes comer y beber con moderación, y evitar: el tabaco, el alcohol y el café. Otra cosa importante es cenar cuatro o cinco horas antes de acostarte para que tu estómago esté vacío antes de irte a dormir.

En la mucosa estomacal hay pequeñas proyecciones llamadas vellos, que secretan ácidos gástricos. Sin embargo, si uno continúa tomando antiácidos para suprimir la secreción de ácidos gástricos, los vellos se hacen cada vez más cortos, con lo que se debilita su función. Esto se conoce como atrofia de la mucosa. Al avanzar la atrofia de la mucosa, la mucosa gástrica se adelgaza, causando inflamación: la gastritis atrófica. Los estómagos con gastritis atrófica fácilmente se vuelven un caldo de cultivo para el Helicobacter pylori (H. pylon/H. pylori) y otras clases de bacteria que empeoran consistentemente la inflamación del estómago y, al final, pueden generar cáncer.

La infección por Helicobacter pylori es común en Estados Unidos y los individuos infectados tienen de dos a seis veces más riesgo de desarrollar cáncer de estómago. El Helicobacter pylori se puede ocultar en las células mucosas o dentro del moco que protege la mucosa gástrica de los ácidos gástricos. Dado que el Helicobacter pylori se contrae por vía oral, la velocidad de infección aumenta con la edad y se estima que la incidencia de infección en personas mayores de 50 años es del 50 por ciento.

Infectarse con Helicobacter pylori no siempre conduce al cáncer estomacal, pero para que no se multiplique es mejor evitar en lo posible los medicamentos estomacales, incluidos los antiácidos.

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